El martes 17 de marzo, el gobierno de la República presentó la segunda etapa de su campaña contra las drogas; la cual dice dirigir a jóvenes, maestros y padres de familia, “pero hablando directamente de las consecuencias físicas, emocionales, sociales y económicas que genera el consumo de sustancias psicoactivas; incluyendo alcohol y tabaco, que normalmente no se consideran drogas, pero son de las más dañinas para la salud de los mexicanos, son las más consumidas, y también afectan el sistema de salud pública”.

Durante la presentación, el vocero de la Presidencia mencionó que el slogan que marca esta nueva etapa es “en el mundo de las drogas no hay final feliz”; un slogan a contrapelo de la obra de Huxley, donde irónicamente el consumo de drogas era normativo.

La nueva campaña mantiene el miedo como la piedra angular de los mensajes, a la vez que repite el error de reproducir el término genérico ‘drogas’, el cual pierde sentido entre una población juvenil que conoce distintos tipos de sustancias y efectos. Además, la campaña pierde de vista que el efecto de los primeros consumos suele ser placentero (razón por la cual muchos jóvenes repiten), y en su lugar apela a un futuro “infeliz” que resulta lejano o ajeno a la mayor parte de jóvenes y adolescentes.

La campaña contiene elementos discriminatorios, pese a que dicen partir de “la idea de no estigmatizar a los consumidores”. El vocero presidencial, Jesús Ramírez, señaló que decidieron “hablar del mundo de las drogas para incluir tanto la oferta como la demanda”, lo cual implica mezclar en los mensajes dos conductas jurídicamente distintas, la venta -conducta ilegal- y el uso -conducta que no solo no es ilegal, sino que ha sido considerada parte del derecho al libre desarrollo de la personalidad por la SCJN -tanto el uso de mariguana como el de cocaína-.

Además de presentar los efectos nocivos atribuidos al consumo de sustancias, el vocero señaló algunos problemas asociados a la calidad de las sustancias: “Hay fiestas clandestinas a lo largo del país, los llamados raves, donde se consumen metanfetaminas, donde no existe control de qué se consume”, desafortunadamente, se quedó en la asociación de la falta de calidad con la clandestinidad, y sin considerar que esto sería evitable con una política de acceso regulado a las sustancias psicoactivas o, al menos, con programas de análisis de drogas.

Durante la conferencia, Ramírez también presentó un diagnóstico de los resultados de la guerra contra las drogas, “no tuvo resultados favorables, por el contrario, aumentó el consumo de manera alarmante, sobre todo entre niños. Disminuyó la edad de consumo a 10 años o menos, y [aumentó] el consumo de mujeres… Ya no solo se producen drogas para el extranjero, ya somos un país consumidor, altamente consumidor”, dijo. Increíblemente, el tipo de mensajes contra el consumo de drogas son similares a las que se realizan desde aquellos años.

Los mensajes presentados en la conferencias, los cuales ya se publican en los medios masivos de comunicación (aunque prontamente fueron puestos en pausa para publicar a Susana Distancia). En los mensajes destaca el uso de distintas drogas -poliuso-, la relación con la pobreza y condiciones de violencia, incluso de salud mental; así como situaciones de sufrimiento social que, sin duda, son comunes para muchos mexicanos -incluyendo a parte de quienes usan drogas-, pero una versión que perciben lejana la mayor parte de jóvenes y adolescentes.

En uno de los anuncios aparece un joven que vende drogas en un antro, mismo que después es asesinado por unos hombres, al parecer por lo que sería una disputa del mercado. El mensaje presenta unos de los riesgos que implica traficar drogas, lo cual es importante de transmitir, pero resulta discriminatorio al presentarse como si fuese resultado del consumo de drogas.

En la campaña también se incluye información sobre “¿de qué están hechas las drogas?” y se enfatiza en que “las drogas están manchadas de sangre. No te manches”; con lo cual el gobierno obvia que la sangre se ha desbordado por la falta de capacidad del Estado para impartir justicia por los crímenes que diariamente suceden en el país, y que la mejor salida para que las drogas no estén bañadas de sangre es una política responsable de acceso seguro a las sustancias. 

Desafortunadamente, la campaño no solo incluye mensajes discriminatorios, sino también falsos, uno de ellos señala ‘El ácido simplemente te está matando’. Esto es falso. No hay registro de muertes asociadas a su ingesta. Este tipo de mensajes resulta contraproducente porque los usuarios que conocen sus efectos, no solo se dan cuenta de la falsedad del mensaje, sino que pierden la confianza que pudieran tener en el resto de los mensajes de la campaña, incluso en los que no son equivocados. Todo lo cual, al final tendrá el mismo resultado que en gobiernos anteriores: el distanciamiento de los jóvenes respecto a la políticas de drogas.

Finalmente, al implementar políticas públicas basadas en la hipótesis discriminatoria de que el consumo lleva a la delincuencia y la violencia, y pretender que logrará la paz a través de que los jóvenes no consuman drogas, el mundo de la 4T está destinado a NO tener final feliz en materia de drogas -ni tampoco de seguridad-.