El peyote es un pequeño cactus endémico de la zona desértica del norte de México y sur de Estados Unidos. Su nombre científico es Lophophora williamsii y se trata de una planta con un ancestral uso ritual entre sociedades nativas como los huicholes, tarahumaras, coras y tepehuanes, debido a sus efectos psicoactivos, ya que contiene el alcaloide mescalina, una feniletilamina con efectos estimulantes y psicodélicos. Las evidencias más antiguas de su uso datan de 3,700 años a. de C.   

El uso de plantas psicoactivas en la mesoamérica prehispánica era extenso, cosa que prueban numerosos registros arqueológicos y documentales. El uso de peyote aparece recurrentemente en la evidencia, por ejemplo en códices como el códice Florentino y la escultura de Xochipilli, por mencionar sólo algunos, lo que refleja que, entre el enorme bagaje del menú psicoactivo mesoamericano, el peyote era una de las plantas más importantes. En la actualidad sigue siendo usado en contextos tradicionales.  

La mescalina fue aislada e identificada en 1897. Desde entonces, ha atraído el interés de numerosos científicos, artistas, escritores y psiconautas, muchos de los cuales han sido asiduos defensores de sus bondades espirituales y terapéuticas. Uno de los más notables es el escritor Aldo's Huxley, cuyo libro Las puertas de la percepción está basado en sus experiencias con mescalina. También el prominente científico Alexander Shulgin, responsable de la creación de -literalmente- cientos de triptaminas y feniletilaminas, en su libro PIHKAL señala que la probó por primera vez en 1960. La estructura molecular de la mescalina es la base química para muchas de las moléculas que creó.   

Sin embrago no todos los que se acercaron a la experiencia de la mescalina fueron benevolentes al hablar sobre el tema. Uno de ellos fue el profesor de religiones orientales y ética en Oxford, RC Zaehner, fuerte detractor de Huxley, subestimando sus relatos al mencionar que en su experiencia no hubo nada más allá de una sensación de trascendencia momentánea, efímera y graciosa. La postura de Zaehner resulta extraña, al tratarse de un investigador de religiones como las de India, en las que las plantas psicoactivas han jugado un papel muy importante dentro de su estructura mitológica.

En la actualidad existe un uso terapéutico cada vez más extendido del peyote, lo cual forma parte de la creciente ola de la medicina psicodélica. Aunque la investigación en este sentido aún es limitada, existen algunos estudios que señalan que el uso cotidiano de peyote puede contribuir a la salud psicoemocional; una investigación reciente en la que se analizaron los efectos a largo plazo del uso de este cactus entre indígenas de la Iglesia Nativa Americana que habían consumido en al menos 150 veces en su vida. Los resultados de sus pruebas psicométricas resultaron incluso mejores que los del grupo control.

Más allá del estigma que se construyó desde la colonia hacia el peyote, mismo que se ha visto claramente reforzado por el paradigma sobre las drogas provocado por el actual sistema internacional de control, un acercamiento a la evidencia sobre sus potenciales terapéuticos permitiría construir políticas más adecuadas en relación a su uso.

Por: Aldo Contró
@AldoContro